20 septiembre, 2006

De Báscula municipal a Oficina de turismo

Soy de pueblo, profundamente rural, y todavía resido en el que me vio nacer; sin embargo nada queda en él de pueblo rural que fue hace apenas 30 años. A pesar de que muchos de mis paisanos y coetáneos se resisten en reconocer, poco parecido tiene nuestra ciudad al recuerdo que conservamos de nuestra infancia y juventud. Mi pueblo, es hoy una ciudad dormitorio, vive a expensas de un río humano que cada mañana se arrastra por el asfalto en busca del trabajo que generan las capitales del litoral mediterráneo (Valencia, Alicante y Murcia). Si un transeúnte atraviesa cualquier tarde una de sus calles tropieza con guineanos, ucranianos, colombianos, magrebíes, chinos o personas venidas de cualquier parte del mundo. A pesar de ello, en nuestro imaginario, algo se resiste a dejar de pensar en él como en aquél idílico pueblo rural olvidado de los grandes ejes de comunicación (autovías, carreteras nacionales o ferrocarril). Nos quejamos, pero al mismo tiempo, nos complace la idea del aislamiento de esta localidad, soledad que creemos consolidada desde la desaparición del ferrocarril de vía estrecha que nos comunicaba con las grandes redes nacionales a finales de los sesenta.Entre el lamento por el aislamiento y la complacencia porque aquí no cambia nada, hemos terminado por pensar que esta ciudad sigue siendo el pueblo que fue; sin embargo las caras que nos cruzamos en el supermercado, en la calle y en la plaza nos recuerdan lo contrario. Ayer pasé por delante de lo que fue la antigua báscula municipal, aquella donde tantas veces vi pesar millares de carros cargados de esparto, camiones de vino, remolques y tractores de uva, de estiércol y otras mercancías. Ahora se alza sobre aquella solitaria esquina un edificio, en su fachada figura en lugar bien visible con letras metálicas un logotipo con la «I» de Información bajo el cual se lee: “Oficina de Turismo”. Para los que creen que nada cambia ahí tienen un botón de muestra, aquí hace mucho que dejamos de ser rurales, mucho que nuestras gentes dejaron su dedicación agrícola y mucho que aunque el ayuntamiento a dispuesto una nueva localización de la bascula municipal, las gentes no tienen necesidad de pesar espartos, uvas, trigo, cebada y mercancías similares.Quedan pues avisados mis contumaces amigos y paisanos, somos una ciudad que, como tantas otras en España, hemos hecho del sector servicios y especialmente del turístico nuestro medio de vida, lo multirracial invade calles y plazas, el móvil pende de las correas o se cobija en los bolsos de los viandantes y yo cuelgo esto en mi bitácora ignorando con qué propósito.

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